Osiris. “Mía la vaca, mío el becerro”

Publicado por Vorágine en

Osiris era una muchacha de unos treinta años que trabajaba como mesera en un fondita  de la ciudad de Huamantla; la conocí allá por finales de los años noventa, ya que en ese entonces trabajaba en una línea de autobuses que tenía en su ruta a las ciudades Tlaxcala, Apizaco y Huamantla, precisamente. La mayor parte de las estancias de trabajo las teníamos en esa ciudad, y la mayoría de mis compañeros y yo comíamos en esa fondita donde trabajaba Osiris.

Un pueblito muy tranquilo

Cierto día, platicando con ella, le pregunté porque trabajaba tanto y me dijo que tenía cinco hijos y que se había casado diez años antes, pero su esposo la había abandonado. Le pregunté porque la había dejado con tanta responsabilidad y me platicó que su marido afirmaba que el último de sus hijos no era de él y que por su supuesta infidelidad la había abandonado a su suerte. Consternado, le pregunté que si su marido la había encontrado haciendo algo malo con otro hombre y me comentó que en ese tiempo ella trabajaba en la Ciudad de México, en un café propiedad de unos chinos y allí había conocido al hijo del patrón, quién le caía muy bien y lo admiraba mucho por su inteligencia, pero que entre ellos nunca había existido nada y solo habían sido amigos; sin embargo, admitió que se había enamorado y pensaba mucho en él, a pesar de que estaba embarazada de su marido. Me dijo que pensaba tanto en el chinito que le habría gustado que su hijo ojalá se pareciera a él… y como dicen que la mente es muy poderosa, pues resulta que su niño sí tuvo un leve parecido al chinito, pero ella decía que en realidad se parecía mucho más a su marido; sin embargo, este no aceptó la explicación y le dijo muy enojado “Eres una pinche infiel” y la abandonó en el acto. Así fue como concluyó su triste relato. Yo tratando de reconfortarla un poco le dije que su marido había actuado mal, y que no se puede abandonar así como así a los hijos, por puro presentimientos sin bases.

Presunta foto del chinito…

Pero bueno, la cosa es que pasando unos días regresé a la fonda y en una silla de la entrada se encontraba sentado un niño por lo que le dije a Osiris “Oye, ese niño se va a caer”, a lo que ella me preguntó “¿Porqué lo dices?”, y yo le respondí “Es que está durmiendo” a lo que me contestó risueña “¡No, así son sus ojos!”. En ese momento caí en cuenta de algo que era obvio pero preferí no hablar más y solo pensé para mis adentros “Aja, con que el poder de la mente…”.

Nada sospechoso aquí

Lamentablemente parece ser un hecho comprobado que en más del 60% de las familias hay padres que mantuvieron hijos que no son de ellos, pero no podemos culpar a los pequeños por eso y como dice el dicho “mía la vaca, mío el becerro.”

JALEZA. Recorriendo mi camino. 

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