Dredd (2012). Una violenta genialidad.
En mi artículo anterior hice acopio de toda mi ira para destruir una película que me desagradó bastante, pero como el odio lleva al lado oscuro y quería quitarme el mal sabor de boca, esta vez decidí escribir sobre algo que me gustara.
La elegida fue una peli de acción que recuerdo haber disfrutado hace ya algunos años, cuando mi hermano la trajo en una copia pirata para palomear un fin de semana. El filme en cuestión era Dredd, del año 2012 (o Dredd 3D, como se estilizó en su estreno, cuando este formato tridimensional era el último grito de la moda). Mi única incógnita era que mi deteriorada mente ya no recordaba muy bien la película, así que no estaba seguro de si me iba a volver a gustar como la primera vez o me llevaría uno de esos tristes desengaños que te tocan cuando revisitas algo que no era tan bueno como creías.
Y pues, en pocas palabras… ¡LA AMÉ AÚN MÁS!
Si la primera vez me había gustado, en esta ocasión debo decir que me dejó impresionado. Dredd es una película que no ha envejecido un solo día, y en mi humilde opinión se encuentra en el top ten de películas de acción del siglo XXI, acompañada de otras tales como Fury Road, The Raid y 300.
Es por eso que me resultó una incógnita enterarme de que se trata de una película virtualmente desconocida para el gran público, una especie de joya oculta que solo conoce un reducido nicho. Y lo cierto es que yo tampoco supe en su momento de esta película (no recuerdo haberla visto en cartelera), por lo que me di a la tarea de investigar un poco más al respecto y resulta que tristemente hubo dos factores determinantes que contribuyeron en su virtual anonimato: Una pésima, paupérrima e incomprensiblemente críptica campaña de marketing y, por supuesto, su involuntaria relación con el bodrio noventero protagonizado por Sylvester Stallone.
DREDD, DEL COMIC A LA PANTALLA GRANDE.
El Juez Dredd nació en 1977, en las páginas del comic británico 2000 AD, una serie antológica famosa por sus historias de ciencia ficción, y por la cual pasaron grandes leyendas de la novela gráfica como Alan Moore, Grant Morrison y Garth Ennis (cuya mención aprovecho para recomendarte la serie de televisión basada en su obra, The Boys).
Este personaje conocido como Dredd es un oficial de la ley que se encarga de impartir una particularmente violenta forma de justicia en la decadente ciudad post-apocalíptica llamada Mega-City One. Un juez implacable que arresta, juzga y ejecuta a los criminales en el acto. En otras palabras, el antihéroe de ensueño que todo morro edgy soñaría ser, por lo cual no es sorpresa que el personaje ganara notoriedad durante la década de los ochenta.
Y como toda obra de ficción que gana notoriedad, Hollywood no tardó en echarle el ojo, y así nació en 1995, Judge Dredd, protagonizada por el indestructible mayor, Sylvester Stallone, quien en ese entonces se encontraba en la cima de su juego. Pero vaya que esa película sería una caída estrepitosa.
Como era de esperarse, dicha adaptación fílmica llegaba con enormes expectativas debido al star power de Sly y la fama del comic, pero la decepción sería mayúscula cuando en lugar de la obra ultra-violenta esperada por el público, se entregó una versión ultra-sanitizada en la que se suprimía la violencia, las groserías y, en general, el hard core que era el corazón de comic. ¿Y lo peor de todo? ¡El Juez Dredd sin casco! Una de las características más icónicas del personaje que nunca muestra el rostro en el comic, tirada a la basura porque obviamente el público necesitaba ver en todo momento el rostro de Rocky, como si no lo hubiéramos visto ya hasta el hartazgo por años.
No profundizaremos mucho en en esa malograda película, pero baste decir que se trató de una producción que inició con un grupo de artistas con buenas intenciones que, como en muchos otros casos, terminó siendo desplazado por el estudio y el ego de Sylvester Stallone, quien años después admitiría que se equivocó al forzar la mayoría de los cambios hechos al film y que no tenía la más mínima idea de lo que era Judge Dredd. Pero a pesar de todo, tampoco es una cosa abominable, sino simplemente una mediocre película de acción llena de todos los clichés noventeros posibles y que sería tolerable si no fuera por el material fuente que destrozan en cada momento. Y eso es Imperdonable.
JUSTICIA PARA UN JUEZ.
Y así fue que más de quince años después, cuando el mundo parecía haberse olvidado de este personaje, apareció en cines una nueva adaptación de Judge Dredd, esta vez protagonizada por el siempre efectivo Karl Urban, quien al igual que en la versión gráfica mantiene siempre el rostro oculto bajo el casco en todo momento y aun así es capaz de trasmitir más personalidad y emoción que diez Stallones juntos.
La historia es simple: Dredd y la jueza novata Anderson realizan un patrullaje de rutina en un multifamiliar llamado Peach Trees, que alberga la ridícula cantidad de 75 mil personas, cuando accidentalmente se topan con una operación de narcóticos a gran escala, detrás de la cual se encuentra la deliciosamente malévola Ma-Ma, interpretada por la infalible Lena Hadley (la Cercei Lannister, para los fans de Game of Thrones). Y como esta hampona no puede dejar que salga a la luz su delictiva operación, decide encerrar por completo el edificio y desatar la guerra contra Dredd y Anderson, en lo que solo se puede describir como una orgía de balas, sangre y frases súper memorables, que no para ni un minuto hasta llegar a un desenlace en Slo-Mo que es para volverse loco.
Como dije, una historia simple, pero ejecutada con una grandiosa técnica fílmica que nos brinda visuales espectaculares y un mundo futurista absolutamente creíble e inmersivo, así como una narrativa articulada de manera prácticamente perfecta. Todo funciona en esta película y se nota que es un proyecto que todos los involucrados realizaron con pasión. Pero sobretodo ¡lo más importante! Es condenadamente fiel al comic.
Finalmente Dredd tuvo una probada de su propio chocolate, al recibir justicia en la pantalla grande. Lo único triste es que nadie la vio, debido a que nadie se enteró de su existencia y los pocos que lo hicieron pensaron que era una secuela de la maletesca versión del 95.
Pero bueno, baste decir que se ha convertido en un clásico de culto, reverenciada por un reducido pero leal grupo de enajenados fanáticos, entre los que se encuentra un servidor, quienes por años han esperado una secuela que parece muy lejana ante el evidente fracaso en taquilla que fue esta película. ¿Pero por qué no soñar? quizá valga la pena mantener los dedos cruzados y, quien sabe, tal vez algún día nos sorprendan nuevamente con esa añorada secuela o con una serie de televisión basada en esta joya del cine de acción. Cosas más raras se han visto. Como por ejemplo, la excelente rola original que, en otra de esas cosas inexplicables de la vida, The Cure compuso para Dredd del ’95.
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