Alcohol y cine. Los demonios de la adicción

Publicado por Vorágine en

Solo una o dos copitas

Seamos honestos, a la mayoría nos gusta tomar una copita de vez en cuando. Y es que las bebidas alcohólicas producen un efecto en nuestro organismo que nos relaja, contribuye a reducir nuestra ansiedad y nos brinda una maravillosa sensación de alegría. Además es perfectamente legal y su consumo es aceptado en diversos círculos sociales.

Por eso no es sorpresa que el séptimo arte tenga una fascinación histórica por este compuesto químico que ha sido retratado en el celuloide en múltiples ocasiones, a veces de manera inocente como en Dumbo y a veces de manera cómica como en la saga ¿Qué pasó ayer?

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Legendary Pictures
Green Hat Films
BenderSpink
Imagen propiedad de Legendary Pictures Green Hat Films BenderSpink
¡Todas las borracheras tienen resultados hilarantes!

Pero sin duda el aspecto que más ha cautivado a los cineastas respecto al alcohol es su cara más oscura, el alcoholismo, que se define como “una enfermedad y no un vicio, cuya necesidad o dependencia a la ingesta de bebidas alcohólicas en las personas, genera deterioro en su salud física y mental”. Y como veremos más adelante, subestimar a esta enfermedad puede ser un grave error.

¿Quién controla a quién?

En la película Otra Ronda (Druk. 2020), Mads Mikkelsen interpreta majestuosamente a un profesor de preparatoria que, en plena crisis de la edad, decide probar junto con tres colegas la teoría de que el ser humano nace con un déficit del 0.05% de alcohol en la sangre, que deben ser compensado para alcanzar el mayor potencial. El experimento tiene resultados positivos en un principio, pero pronto ese efecto mágico les hace perder el control de sus vidas laborales y familiares.

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El director Thomas Vinterberg convirtió la película en "una oda a la vida", tras la trágica muerte de su hija días antes de la filmación.

La película muestra como la bebida nos permite desinhibirnos y lograr aquello de lo que nunca nos creímos capaces, pero también podemos ver que es un error creer que siempre vamos a tener el control. Esta obra maestra de Thomas Vinterberg nos enseña que caer en el alcoholismo es una amenaza que acecha en cualquier esquina.

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Escena más incómoda: De compras en estado de ebriedad. Pena ajena total

El alcoholismo es infeccioso

En Días de Vino y Rosas (Days of Wine and Roses. 1962), Jack Lemmon y Lee Remick son una joven pareja con un futuro prometedor. El único problema es que él es alcohólico y muy pronto engancha a su esposa en la misma adicción.

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Tanto los actores principales como el director entraron a Alcohólicos Anónimos después de la filmación

Aquí vemos  a un par de compañeros de vicio que caen en una espiral de dependencia y autonegación. En sus borracheras se aprecia una especia de infantilización escapista, y la pareja entra en crisis cuando uno de ellos trata de rehabilitarse.

La película tiene el valor adicional de no caer en el endulzamiento complaciente y su setting nos recuerda mucho a Mad Men, serie ambientada en la misma época y en la que también tiene un papel preponderante el consumo de alcohol.

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Escena más incómoda: El frenesí de Joe

Tocando Fondo (Smashed, 2012) hace una interpretación más moderna del alcoholismo en pareja, con la historia de una joven maestra de preescolar que pasa casi todas las tardes bebiendo con su esposo, hasta que se da cuenta de que tiene un problema tras vomitar una mañana frente a sus alumnos y mentir diciendo que está embarazada.

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Mary Elizabeth Winstead brinda una interpretación empática que conecta de inmediato con el espectador

La película revela la posibilidad de ser alcohólico sin estar consciente de ello, lográndolo de manera realista y sin caer en el melodrama, por medio de situaciones ordinarias, que además muestran que venir de un hogar roto es un importante factor de riesgo.

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Escena más incómoda: La vergüenza de asistir por primera vez a una reunión de AA.

¿Cómo ayudas a quien no quiere ayuda?

El alcoholismo no solo afecta a la persona que lo padece, sino también a quienes lo rodean, como vemos en la película Días Sin Huella (The Lost Weekend. 1945). Ray Milland ganó el Óscar en el papel de un escritor fracasado y resignado a ser un alcohólico iracundo, exasperante y sin voluntad para redimirse, a pesar de que su novia hace todo posible por ayudarlo.

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El propio alcoholismo del guionista Raymond Chanddler lo hizo chocar constantemente con el director Billy Wilder

Esta película tiene una narrativa algo anticuada pero sigue siendo un retrato crudo del alcoholismo, que es un problema de todas las épocas.

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Escena más incómoda: El delirium tremens, puro nightmare fuel

Pero todo tiene un límite, y por eso no es extraño que incluso las personas más cercanas terminen rindiéndose y abandonando a un alcohólico a su suerte, como le sucede a Will Farrell en Volver a Empezar (Everything Must Go. 2010), en la que interpreta a un ejecutivo que recae en el alcohol y pierde su trabajo, solo para  llegar a su casa y encontrar todas sus cosas en el jardín.

Aquí vemos a nuestro protagonista caer en escenarios cada vez más humillantes, para poco a poco ir reencontrando su bondad. Es interesante notar que una persona adinerada y con una vida aparentemente perfecta puede caer en la vorágine del alcoholismo, y aunque se trata de una comedia simple con una visión más o menos edulcorada, tiene un final sobrio que no cae en el exceso.

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Escena más incómoda: Cualquiera de Will Farrell, en uno de esos papeles dramáticos obligatorios para todo comediante

Cuando el alcohol te consume a ti

Nace una estrella (A Star is Born. 2018) es un remake en el que Bradley Cooper interpreta a un cantante famoso que descubre a una joven artista, interpretada por Lady Gaga, con quien inicia una relación romántica, que es ensombrecida por el alcoholismo de éste.

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Una historia que ha sido contada y recontada desde hace más de ochenta años

Como es bien sabido, el alcohol es solo una de las drogas que fluyen en exceso entre los círculos de la farándula y muchos famosos se refugian en ellas para lidiar con la presión de la fama.

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Escena más incómoda: La entrega de Gramys. Absolutamente cringy.

Pero si vamos a hablar de alcoholismo en serio debemos mencionar Adiós a Las Vegas (Leaving Las Vegas, 1996), por la que Nicolas Cage ganó un Oscar en una de las actuaciones de su vida como un alcohólico crónico que viaja a Las Vegas con la intensión de beber hasta morir, encontrando en el camino a otra alma dañada (interpretada por Elisabeth Shue) con la que entabla una profunda relación.

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Se basa en la novela semi-autobiográfica de John O’Brien, quien sufría el mismo grado de alcoholismo y se suicidó a sus apenas 33 años de edad

Esta obra maestra retrata con honestidad brutal los estragos del alcoholismo que ya no tiene cura, pero también es una película melancólica y reflexiva.

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Escena más dura: Los estragos del síndrome de abstinencia

El poder del amor

Para cerrar con una nota positiva, recordemos Cuando un Hombre ama a una Mujer (When a Men Loves a Woman, 1994), película protagonizada por Meg Ryan como una joven madre que tiene dos hijas y un esposo de ensueño interpretado por Andy García, pero también gusto excesivo por la bebida, hábito la lleva al borde del colapso y a su posterior internamiento en una clínica de rehabilitación.

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La actriz conocida en aquel entonces como “La Novia de América” rompe el molde de niña buena con un papel encomiable

Se trata de una película que abarca gran parte del espectro del alcoholismo, como el daño que causa a los hijos, la destrucción del matrimonio y el duro proceso de recuperación. Pero en particular destaca el retrato emocional de la persona enferma, no para entenderla como un villano que debe ser exhibido, sino como alguien que a veces solo necesita ser escuchado, lo cual tiene mayor resonancia en el contexto de micromachismo normalizado que se presenta.

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Escena más incómoda: Las de Andy García con sus hijas, pero por razones no relacionadas con el alcohol (esperemos)

Lo que nos dice el cine cuando habla de alcoholismo

Hay docenas de películas más que tiene al alcoholismo como foco temático, y la mayoría contienen escenas de ruina, humillación, abandono y arrepentimiento que son demasiado incómodas de ver, pero resultan necesarias para transmitir las consecuencias reales de la adicción al alcohol.

Se trata de una condición médica que puede afectar a mujeres y hombres por igual, por lo que no es inusual que más de un espectador se identifique con alguno de estos escenarios y aunque hay gente que es más propensa, por genética o psicología, a caer en el alcoholismo, lo cierto es que le puede pasar a cualquiera y no debemos juzgar tan duramente a quien lo padece, sino tratar de ayudarlo.

Por Javier LR, personaje de ficción. Sígueme en twitter e instagram.

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Categorías: Cine

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