Cultura de la cancelación. El caso vs Pepe le Pew

Publicado por Vorágine en

¿Pepe le Pew el acosador?

En días recientes estalló el último escándalo de la generación de cristal pidiendo cancelar a otro de nuestros amados íconos de la ficción: Pepe le Pew.

Así es, este inocente personaje, propiedad del gigante multimedios Warner Bros. Entertainment Inc., es el foco del nuevo pleito entre los políticamente correctos y, pues los demás que no tienen denominación pero se caracterizan por odiar toda protesta o reclamo en contra de íconos de la cultura pop que sean blanco de acusaciones de racismo, homofobia, sexismo, imperialismo, discriminación y demás.

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Y no es difícil suponer de qué se está tachando a este clásico personaje de la animación, con eso de su incontrolable romanticismo, sus muestras de afecto desmedidas y no solicitadas, así como su obsesión por las féminas. Así es, se acusa a Pepe le Pew de promover el acoso sexual y la violación. Un señalamiento bastante serio, que supuestamente ha causado que retiren al pobre zorrillito de Space Jam 2.

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A raíz de este asunto ganó popularidad el hashtag #CancelACartoonCharacter, con el que miles de personas, entre broma y entre en serio, se han dedicado a denunciar los insidiosos arquetipos que son perpetuados por diversos personajes de las caricaturas. Esto a su vez ha echado más leña al fuego de aquellos que están hasta el gorro de esos progres que se quejan por todo y esos “generación mazapán” que no aguantan nada.

Este es solo uno más de los casos que la ideología de lo políticamente correcto ha construido en contra de algún personaje de la cultura popular, como le sucedió a Apu, personaje clásico de Los Simpson que terminó siendo retirado de la serie de Fox (de muy mala gana por parte de sus creadores) por supuestamente ser un estereotipo pernicioso para las minorías indo asiáticas que radican en Estados Unidos. Otro ejemplo es el que recientemente se está gestando en contra de la obra del autor conocido como Dr. Seuss, creador de personajes como El Grinch, El Gato en el Sombrero y Horton y los Quien, y a quien se le acusa por mensajes e iconografías racistas en sus cuentos. Y ya estando en eso de los Loonie Tunes, que no se nos olvide el escándalo por la sexualización de Lola Bunny (aunque en ese caso el escándalo fue por haberle quitado lo sexy ¡Que pillines!).

Pero obviamente el fenómeno de la cancelación es algo que no solo afecta a personajes de ficción, sino también a figuras públicas de la vida de real, como el youtuber Luisito Comunica que fue acusado de promover el abuso sexual al promocionar (de manera bastante desafortunada) su marca de mezcal, o con las graves acusaciones legales que están enfrentando los ídolos de la misma plataforma conocidos como Rix y YosStop. Y aquí se presenta un punto de debate válido: el linchamiento mediático que se da en torno a estas figuras, cuando aún no ha sido comprobada su culpabilidad ante un tribunal con todas las garantías de legalidad y debido proceso, contraviniendo el principio de presunción de inocencia y dañando injustamente su imagen pública en caso de resultar inocentes.

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Stay classy Luisito

Estos son solo un par de ejemplos de una dinámica social que se ha estado desarrollando en años recientes y cuyo resultado final está aún por verse. No obstante, también vale la pena resaltar que se han generado algunas controversias falsas o construidas sobre bases inexistentes, como aquella de la cancelación de Animaniacs, esa caricatura que de la noche a la mañana pasó a ser la más amada de todos los tiempos y defendida a capa y espada por todos aquellos que tuvieron una infancia maravillosa gracias a los hermanos Warner. ¿El único problema? En realidad nadie estaba clamando por la cancelación de dicha caricatura sino que todo había escalado a partir de una opinión random que fue citada escandalosamente por un portal de internet. Parece que le estábamos gritando a un enemigo inexistente.

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Esta señora rompió el internet

A todo esto también hay que distinguir la cancelación de un personaje por motivos de justicia social con la del retiro de las mascotas de los empaques de diversos productos por motivo de la aplicación una norma legal, como en el caso de la NOM-051. No, el osito Bimbo no se canceló por ser políticamente incorrecto, sino porque México enfrenta un grave problema de salud pública derivada de enfermedades directamente relacionadas con el sobrepeso y hay varias métricas que señalan que la obesidad infantil en nuestro país tiene la tasa más alta del mundo. Así es, del mundo entero. Por lo que tal vez no deberíamos ver con tan malos ojos que se tomen medidas para prevenir que los niños consuman comida chatarra en exceso.

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Pero regresando al tema de cancelar caricaturas, posiblemente el argumento más utilizado para defender a los personajes de ficción que se encuentran bajo ataque es afirmar que son solo eso, personajes de ficción, por lo que no debemos tomar absolutamente nada de lo que hacen en serio, porque no es real. Esta postura tiene sentido pero se enfrenta a una doble moral cuando se trata de personajes que representan cualquier cosa que suene a social justice, como es el caso de Capitana Marvel o los personajes femeninos empoderados de las nuevas películas de Star Wars como Rey, Rose Tico y Holdo. Entonces, muchos de los que usaban ese argumento cambian de postura, porque parece que ahí sí se vale estar en contra de esos odiosos personajes retadores y su agenta progre.

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La discusión de la cultura de la cancelación es un tópico que se encuentra al rojo vivo en muchas partes del mundo. En una esquina tenemos a un sector de la población que se manifiesta en contra de todas aquellas expresiones que ofendan, denigren o disminuyan de cualquier manera los derechos de las personas. Muchos de los que piensan así forman parte de grupos generalmente discriminados por su origen étnico, por formar parte de la comunidad LGBT, por encontrarse en situación de pobreza, por ser personas discapacitadas o de la tercera edad, o que por el simple hecho de ser mujer son tratadas como seres humanos de segunda. Entre muchas otras formas de discriminación, por supuesto. También cabe mencionar que no todas las personas que defienden lo políticamente correcto se encuentran ellos mismos en situaciones vulnerables, si no que voluntariamente adoptan estas posturas.

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Y en el bando rudo tenemos a un amplio grupo de personas que ya están hartas de las constantes quejas y lloriqueos de los progres que están destruyendo los valores tradicionales como la familia nuclear heterosexual, la meritocracia, el dominio de los más fuertes y el patriarcado, entre otros. Claro que solo los más radicales se avientan a defender abiertamente esos conceptos, pero lo cierto es que muchas personas, de manera más o menos dispersa, se encuentran alineadas a tales ideologías, lo cual queda patente al analizar muchas de sus expresiones más recurrentes como: “A mí me educaron con valores tradicionales”, “Yo veía todo eso y no soy racista”, “No son las formas” o “Una mujer tiene que darse a respetar”. Uno de los argumentos más esgrimidos por quienes se identifican con esta postura es señalar que los progres son solo personas que no tienen nada de provecho que hacer y su único placer es estar molestando y acusando a gente que sí se esfuerza y es productiva, porque les tienen envidia.

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También hay un argumento infalible que ambos bandos suelen utilizar para declararse vencedores indiscutidos: Descalificar al bando opuesto. Esto se hace citando ejemplos de gente que defiende lo políticamente correcto cuando ellos mismos realizan actos que dañan a otros, o personas que detestan las protestas sociales pero que piden respaldo y apoyo cuando los afecta alguna injusticia. Entonces vienen descalificaciones mutuas de incongruencia e hipocresía, que terminan la discusión sin llegar a ninguna solución. Otra buena estrategia es tachar al otro de tener una mentalidad de masa y nada más seguir lo que dicen los demás como borregos. Algo que obviamente se puede achacar a ambas partes.

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Otro punto interesante y bastante gracioso en la discusión es la ambigüedad de la demografía a la que se ataca. Muchos se refieren con desprecio a los millenials como los causantes de la debacle de la sociedad, cuando en muchos casos el acusador forma parte de esa generación (recordemos que los millenials son aquellos que hoy en día tienen aproximadamente entre 25 y 40 años de edad). También se habla de defender a los símbolos de su generación del ataque de “chavitos” que no entienden su valor, pero eso también es discutible, púes el propio Pepe le Pew es un personaje creado cerca de 1945, una época entendiblemente más atrasada en términos de equidad de género y lucha contra la violencia sexual, por lo que las actitudes del insistente zorrillo animado resultan, si no justificadas, al menos más congruentes con su época.

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¡¡Yo no soy millenial!!

Usualmente los problemas que se denuncian son asuntos reales que afectan día a día a millones de personas, como la discriminación, la violencia, el machismo, el odio, el feminicidio, la homofobia y la pobreza. Negar su existencia es una postura que solamente puede tener alguien que se encuentra en el privilegio o alguien que sea tan testarudo como para estar dispuesto a sufrir y aguantar vejaciones con tal de no ser llamado llorón.

Falacias retóricas

Un error común en la discusión es desviar la atención del problema haciendo énfasis en que las formas de reclamar no son las correctas, porque son agresivas, ofensivas y, en muchos casos, violentas. Y aunque muchas de esas críticas son válidas, el problema es que al aceptar que las formas pueden ser equivocadas eso se interpreta como una descalificación automática del reclamo, por lo que el problema de origen ya ni siquiera es analizado.

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Por supuesto que también hay muchas personas que son más moderadas en su opinión sobre este tipo de temas, pero se trata de la gente tiene menos impacto en el debate ya que rara vez se pronuncian y prefieren no involucrarse por temor a ser agredidos, ya que nuestra moderna y civilizada forma de discutir, sobretodo en redes sociales, solo puede hacerse en términos agresivos, absolutos y sin medias tintas.

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Y ese es el principal impedimento para lograr acuerdos en estos asuntos: La incapacidad de tener una óptica objetiva de los asuntos públicos. Pareciera ser que la mayor parte de las personas está programada para pensar de manera dogmática (¡recuerden que solo un sith piensa en absolutos!). No hay espacio para puntos de vista que sean apenas ligeramente distintos al propio. Esta forma de discutir solo alimenta la radicalidad de las personas, haciendo que se adopte una mentalidad de grupo y se entre en una dinámica de odio que muy pronto se convierte en violencia. Por temas como Pepe le Pew.

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Si no estás conmigo, entonces eres mi enemigo

Algunos dicen que la cultura de la cancelación es una forma de hacer que las personas famosas (o en este caso, corporaciones trasnacionales) se hagan responsables de sus actos cuando agravian a otros, algo que históricamente era difícil que sucediera, especialmente para aquellos que tenían un nivel de estatus económico, social o político tan alto que los hacía virtualmente intocables, así cometieran los actos más aberrantes.

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Esta mentalidad de acusación masiva ha tenido un efecto innegable en el comportamiento y en las políticas de las personas famosas, empresas, partidos políticos, la industria del entretenimiento y otros ámbitos públicos. Pero también se ha dicho, no sin razón, que se trata de cambios insustanciales, pues muy pronto volvemos a escuchar de la reincidencia de hechos denunciados y el regreso triunfal a la vida pública de personajes supuestamente cancelados como Justin Bieber y Lana del Rey. Pero, aunque no se trata de comparar a unos con los otros, también hay ejemplos como el de Bill Cosby o el de Harvey Weinstein, quienes finalmente recibieron su justo castigo por los años de horribles abusos que cometieron. Y eso fue gracias en gran parte al movimiento #MeToo. Así es, rollo progre.

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Y uno de ellos era conocido como "El padre de América"...

El pueblo v. Pepe le Pew

Pero como el tema de este artículo surgió a raíz de escándalo de Pepe le Pew, entremos en materia y sentemos a este personaje en el estrado de la justicia social, para determinar si es un mártir de la libertad o un oscuro agente del patriarcado.

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Hablemos del acusado: Lo primero que salta a la vista es ver cuantos fanáticos respaldan al casanova francés. Seguramente es por su chiste principal, que consiste en hacer avances románticos no deseados hacia una mujer (gata, en este caso). Sus principales rasgos son ser enamoradizo y relajado, pero fuera de eso tiene poca cosa de personalidad, por lo que no es sorpresa que no se encuentre entre los personajes más memorables de Loonie Tunes como Bugs, Daffy, Porky, Wily E. Coyote, Elmer, Taz, y prácticamente todos los demás. Y pues aquí solo queda suponer que tenía una gran legión de leales y silenciosos fanáticos o que tal vez muchos lo están defendiendo simplemente motivados por su odio hacia a lo políticamente correcto.

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Describamos ahora su modus operandi: Normalmente encontramos a Pepe le Pew retozando feliz mientras fantasea con encontrar el amor. Entonces ve a una gata negra, usualmente Penélope, que de alguna manera creativa termina con una raya blanca en el lomo, que a los ojos del zorrillo la hace parecer un miembro femenino de su propia especie, por lo que queda prendado instantáneamente. Sin saber absolutamente nada de ella, claro está. A continuación comienza una loca persecución que dura todo el resto del episodio y en la que la gata huye aterrorizada de Pepe, principalmente por el pestilente hedor de este, quien cada vez que la alcanza la aprisiona entre sus brazos y procede a realizar toda clase de actos que para él son de pleno romance, algunos bastante inocentes como cantarle o recitarle poesía y otros un poco más cuestionables como acariciarla y besarla en varias partes del cuerpo. Todo esto ante la más que notoria resistencia de la fémina que busca escapar por todos los medios posibles, hasta que lo logra, solo para reanudar la cacería del galán que no parece entender indirectas. Finalmente el ciclo termina cuando por efecto del agua o algún otro agente limpiador, la franja de pintura blanca es removida del objeto del deseo de Pepe, quien se da cuenta de que en realidad se trata de una gatita y no de una zorrilla, por lo que el triste romántico acepta su destino de eterna soledad y se marcha triste y derrotado, despertando en el espectador un sentimiento de lástima y compasión. El pobre solo quería un poco de amor.

Bueno, ahora veamos cuales son los argumentos a su favor y veamos si se sostienen: Primeramente Pepe le Pew no es violento, aunque se podría decir que es un poco pasado de ímpetu cuando utiliza su aparentemente superior fuerza para tratar de retener en sus brazos a Penélope. Además, solo persigue a la gatita cuando piensa que se trata de un miembro de su propia especie, desinteresándose cuando se da cuenta de su error; sin embargo, aunque se tratará de una verdadera zorrilla, deberíamos suponer que ante el primer rechazo hacia sus avances éste debería retroceder ¿no es así? Aquí el enjuiciado parecía deliberadamente ignorar sus negativas o interpretarlas como juegos románticos de chica que se hace la difícil. Por último, se puede decir que el motivo por el que la dama huye de Pepe es por su mal olor y que si no fuera por eso estaría interesada por él, pues incluso en más de una ocasión se han revertido los papeles. Se trata de un argumento sólido. Sin embargo, otro punto de controversia es que Penélope literalmente es una chica sin voz, lo cual era necesario para que funcionara la narrativa, pero sigue siendo algo muy raro en el contexto de los Looney Tunes, que en su mayoría son animales antropomórficos con plena capacidad de cognición y comunicación lingüística.

Ahora pasemos a las defensas que no son propias del argumento narrativo. Lo primero que salta es, como ya habíamos mencionado, decir que simplemente se trata de una caricatura de risa, por lo que al tratarse de simples bromas no debemos tomarlas en serio. Al respecto ya hemos realizado un artículo en el que ahondamos en el tema y argumentamos que el humor y la comedia no son solo cosas para hacer reír, sino que son vehículos para establecer posturas y transmitir mensajes, lo cual puedes leer más a detalle aquí. Así mismo hemos hablado de que burlarse de las minorías o los grupos vulnerables (en este caso, de mujeres que sufren acoso) no es un crimen sin víctimas, pues muchas veces se trata de humor cruel que tiene consecuencias reales en la salud mental y física de las personas. Y no, no se vale decir que es porque son débiles, pues aunque a algunos les lastima más o menos que a otros, habría que ser un verdadero psicópata para no sentir ningún grado de afectación cuando eres humillado, agredido o discriminado por medio de burlas.

niño burlas

Un argumento final a favor del acusado es la postura individual del defensor, quien cita su propio caso personal como prueba de que él o ella ha crecido viendo ese contenido y no se ha convertido en un violador o acosador pues sabe distinguir entre la ficción y la realidad. Sin embargo, pretender que el caso de uno mismo significa que ninguna otra persona puede ser influenciada negativamente por dicho contenido es sin duda una falacia. Y encima de todo es bastante cuestionable que una persona que realiza tal afirmación sea un sujeto tan perfectamente adaptado y ajustado a la vida, pues denota la falta de un valor clave para la sana coexistencia en sociedad: Empatía.

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Habiendo escuchado los argumentos de las partes, pasemos al veredicto: ¿Es Pepe le Pew el peor acosador sexual y violador de las caricaturas? Diríamos que no. Pero ¿Tiene el acto de Pepe le Pew claros paralelismos con hechos de la vida real que devienen en acoso sexual y violaciones? Definitivamente. Así las cosas, se puede afirmar que Pepe le Pew involuntariamente promueve actitudes cuestionables, pues no se puede sostener su estructura narrativa cuando es analizada bajo las normas de nuestro paradigma actual, que en términos generales se opone al abuso sexual. Con esta óptica resulta bastante incómodo ver varias de las clásicas aventuras de este personaje.

Pero ante ese veredicto condenatorio debemos ahora preguntarnos: ¿Es la solución cancelar definitivamente a este aparentemente amado personaje de la cultura pop? No necesariamente. Otra sería modernizarlo para adaptarlo de mejor manera a las sensibilidades actuales. También se puede advertir a los espectadores que las antiguas caricaturas de este personaje tienen contenido que requiere discreción.

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A todo esto, también hay que tomar en cuenta la opinión, el sentir y los derechos de quienes hoy en día defienden a Pepé le Pew. Lo primero que pueden saber es que los clásicos shows de este personaje seguirán ahí para su goce y disfrute, aunque posiblemente será un poco más difícil encontrar ese contenido. Afortunadamente en la era digital del internet en la que nos encontramos todo se almacena y se comparte de múltiples formas. También se deja claro que este autonombrado tribunal de justicia social entiende que no se trata de la vida real, pero ante eso se debe mencionar que toda expresión artística conlleva un mensaje o carga ideológica que pretende propagar y es nuestra responsabilidad colectiva analizarla bajo un esquema objetivo. Debemos tener una postura crítica ante la vida (que nunca debe confundirse con violencia, verbal o física). Así mismo, no debemos aferrarnos de manera irracional a aspectos que estuvieron presentes en nuestro proceso formativo, pues parte del crecimiento personal es ser capaz de romper los propios paradigmas y darse cuenta de que no siempre lo de nuestra época era lo mejor, aunque nos caigan gordísimos los jóvenes y su cosas, pues eso es algo que ha existido durante toda la historia de la humanidad (y la verdad es que sí hay cosas nuevas que son geniales e interesantes, tanto o más que aquellas con las que crecimos).

Si se va a defender una postura contraria a la agenda progre, es necesario que se haga por medio de argumentos lógicos, utilizando símbolos honestos y expresándose de manera respetuosa (pues de otro modo se te dirá que “no son las formas”). Es normal y comprensible que la gente se sienta personalmente agredida cuando una protesta está dirigida contra valores que considera le son propios, por lo que automáticamente pasan a ponerse a la defensiva, como algunas personas que odian el feminismo y las denuncias contra el machismo porque se sienten personalmente aludidos. Pero en realidad vale la pena detenerse a reflexionar y cuestionarte a ti mismo si alguno de tus valores es negativo, aunque te haya sido inculcado desde pequeño y que tal vez valdría la pena modificarlo.

Enjoying a peaceful moment, thinking, getting away from it all concept.

En torno a la discusión de Pepe le Pew no podemos dejar de señalar que los que piden su cancelación están atacando a un personaje de ficción que le pertenece a una de las corporaciones más poderosas del mundo, mientras que los que se oponen francamente parecen estar mucho más interesados en insultar a las personas que buscan lo políticamente correcto. Y algo está muy fuera de lugar en eso.

Toda esta disertación nos da pie para otra muy importante pieza de análisis: La censura en los medios ¿Es absolutamente mala y un ataque a la libertad de expresión? o ¿Es necesaria para impedir la propagación de valores antisociales que incitan al odio y la violencia? Se trata de cuestiones sumamente interesantes, pero que tendrán que ser materia de un próximo artículo, porque este ya está muy infinito.

libertad de expresión

Lo que no podemos dejar de señalar es que para debatir de manera objetiva un tema como “la cultura de la cancelación” es necesario entender que no se trata de un asunto sencillo que se resuelva con una frase como “Al que no le guste que me borre”. En realidad son dinámicas complejas que requieren de un análisis complejo, ya que contienen múltiples enfoques, causas, dimensiones, y por supuesto que las respuestas también son complejas y muchas veces parecen contradictorias. Pero para llegar a la verdad, para alcanzar un auténtico consenso que nos permita comprender la realidad y lograr el mejoramiento propio y colectivo, en preciso entender que no podemos recurrir a argumentos de dos o tres palabras para pretender que poseemos la verdad. Además, hay que adoptar una postura empática hacia los problemas de los demás, pues a menudo nos cegamos ante lo que creemos que no nos afecta. Y por encima de todo, no podemos pretender que se nos dé la razón por medio de la violencia, verbal o física.

¿Y de dónde surgió todo el asunto?

Y ahora sí ya para ir terminando, sería bueno contextualizar correctamente la “cancelación” de Pepe le Pew. Todo surgió a raíz del artículo realizado por el escritor afroamericano Charles M. Blow, columnista del New York Times quien abordó el tema del racismo dentro de la cultura pop, como su propia experiencia de niño al leer los cuentos de Dr. Seuss en los que se retrataba de manera negativa a las personas de su propia raza. En dicho artículo, Blow menciona de manera incidental que algunas de las actitudes de Pepe le Pew contribuían a la normalización de la cultura de la violación. Aquí es conducente señalar que Blow nunca pidió la cancelación del personaje, sino que abogó por la adopción de una actitud crítica hacia los productos del entretenimiento y la cultura pop que pueden entrañar mensajes discriminatorios.

Los blogs de derecha están enojados porque dije que Pepe le Pew aporta a la cultura de la Violación. Veamos. 1. Agarra/besa a una chica/extraña, repetidamente, sin consentimiento y contra su voluntad. 2. Ella lucha con fuerza para alejarse de él, pero él no la libera. 3. Él cierra una puerta para evitar que ella escape.
Esto ayudó a enseñarle a los niños que "no" realmente no significa "no", que era parte de "el juego". Enseñó que superar las duras, e incluso físicas, objeciones de una mujer era normal, adorable, divertido. Ni siquiera le dieron a la mujer la habilidad de HABLAR.

La normalización de la cultura de la violación no significa hacer que todos se vuelvan violadores o acosadores, como se refleja en el razonamiento de muchas personas que llevan el argumento a términos excesivos para desacreditarlo (falacia de apelación al ridículo), sino que se trata de un fenómeno que provoca que un hecho negativo (abuso, discriminación, feminicidio) cause menos impacto general al ser percibido como algo común y hasta gracioso. Por eso es importante ser cuidadoso con lo que se bromea, no porque todo esté prohibido y todos sean unos llorones de cristal, sino porque de manera involuntaria se puede estar contribuyendo al incremento de este tipo de hechos deplorables que se terminan por socializar.

cultura de la violación

No podemos negar que nuestra sociedad enfrenta enormes problemas de injusticia, violencia y discriminación, de las cuales prácticamente todos hemos sido víctimas en un momento u otro, y para poder superarlos no podemos esperar que los gobiernos o los legisladores actúen de manera espontánea, pues solo por medio de una actitud crítica y de reclamo social que refleje el repudio colectivo se pueden erradicar esos problemas que hoy hieren profundamente a millones de personas.

Además de eso, hay que hacer énfasis en que la controversia relativa a Pepe le Pew no es realmente nueva, ya que desde antes de la década los ochenta ya había sido puesto en tela de juicio, lo que se refleja en el cambió de política que desde hace décadas fue adoptado por Warner Bros. en relación a este personaje, moderando notablemente su comportamiento, al grado de que no se ha producido un corto animado de ese estilo ¡En más de cincuenta años! Incluso es falsa la afirmación de que su exclusión de Space Jam 2 sea consecuencia de este nuevo escándalo, pues la decisión de que no apareciera este personaje se tomó desde el 2019, durante la producción del filme.

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¿Será Lebron el próximo cancelado?

Con lo anterior resulta evidente que muchas de las opiniones agresivas de quienes salieron a defender al personaje estaban un poco desinformadas, y en el peor de los casos manipuladas por medios sensacionalistas que se dieron a la tarea de generar encabezados escandalosos para crear una polémica artificial que les diera miles de clicks y tráfico en sus portales. Sin importarles que también estaban generando un conflicto que si bien no está causando el fin del mundo, sí está propiciando que las personas se expresen de manera agresiva, reprobable, desmedida, y que directamente propaga actitudes de odio, algo que sí es grave y puede tener consecuencias nefastas.

Y aquí no se pide a las personas que se vuelvan periodistas expertos en cada tema que se pone de moda, más aún cuando se trata de algo que a simple vista podría parecer trivial, como la crítica a un personaje de ficción. Pero cuando una persona está dispuesta a expresar opiniones de manera tan intensa y tajante, significa que le importa el tema. Y, ahí sí, si vas a opinar de manera categórica, tienes la obligación de informarte.

Y bueno, tal vez pienses que este asunto de Pepe le Pew no es para tanto show, pero si ya te aventaste toda esta cháchara, y eres de los que considera que entonces también hay que cancelar a Doña Cleotilde, Elmira, Pucca y otros personajes femeninos porque son exactamente lo mismo, entonces denúncialo. Pero hazlo de manera honesta, porque te preocupa su impacto en la vida real, y no como una forma de venganza contra las mujeres y los progres. Recuerda que el odio solo engendra más odio.

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Por Javier LR, personaje de ficción. Sígueme en twitter e instagram.

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