What Remains of Edith Finch y Night in the Woods. Mi última gran experiencia con los videojuegos
Solo un viejo gamer
Hay algo que sucede con el transcurrir del tiempo y que nos puede costar mucho trabajo aceptar porque parecería no tener sentido, ya que ¿Cómo es que algo que disfrutábamos con pasión de pronto se puede volver mundano y hasta aburrido? Lamentablemente eso puede pasar con muchas cosas como canciones, películas, pasatiempos ¡Y hasta con las personas! Y aunque a menudo tratamos de aferrarnos a ese amor que teníamos, inevitablemente llega un momento en que te das cuenta de que has cambiado y que ese algo que tantas alegrías te trajo ya no te llena como antaño.
Pues el caso es que a mí me sucedió eso con los videojuegos, los cuales estuvieron presentes en mi juventud y formaron parte integral de mi identidad. No diría que fueran una obsesión. Pero casi. Fui gamer desde el principio, me gastaba el dinero del mandado en las maquinitas y conocí a grandes amigos echando la reta de Xbox o Playstation.
Pero los mejores momentos los recuerdo estando sentado frente a la televisión, absorto por las imágenes bidimensionales o tridimensionales que se manifestaban frente a mis ojos y me transportaban a fantásticos mundos como los de The Legend of Zelda, Metal Gear, Silent Hill y otros tantos etcéteras que me harían falta páginas para enlistar todas las épicas aventuras que formaron un lienzo colorido en mi imaginación.
Y es por eso que siempre estaré agradecido de haber tenido la fortuna de nacer en la misma época en que surgió esta industria del entretenimiento. Pero lo cierto es que mi relación con los videojuegos poco a poco, casi sin darme cuenta, fue cambiando.
De pronto, cada vez que ponía un videojuego las sesiones eran más cortas e incluso había ocasiones en las que compraba juegos nuevos, de esos que estaban en boca de todos, como el último Call of Duty o ese God of War de la Play 4, y después de veinte horas de instalación terminaba jugándolo una hora para no volver a ponerlo más. Y no es que los juegos me parecieran malos, en realidad son obras titánicas que involucran el trabajo de cientos de artistas y una producción de millones de dólares. Es difícil de explicar, pero ya no encontraba en ellos la chispa de antaño. Y así, prácticamente dejé de atrás a los videojuegos.
Adiós vaquero...
What Remains of Edith Finch
Actualmente mi hermano sigue siendo un ávido gamer y se ha encargado de mantenerse al día en la materia, por lo que no es sorpresa que tenga una suscripción a Xbox Game Pass que fraternalmente comparte con su servidor. Fue así que, un domingo aburrido en el que no había mucho que hacer, se me ocurrió revisar el catálogo de videojuegos de dicho servicio, entre cuyos títulos observé uno que me intrigó. Su nombre era What Remains of Edith Finch y decidí descargarlo motivado por su premisa que decía así:
“What Remains of Edith Finch es una colección de historias extrañas acerca de una familia en el estado de Washington. Adéntrate en la piel de Edith y explora la gigantesca casa Finch en busca de historias, mientras ella ahonda en la historia”
Una sinopsis poco inspirada pero (evidentemente) efectiva. What Remains of Edith Finch es más una narración interactiva que un videojuego en el sentido convencional. Se trata de una aventura en primera persona en la que tomas el papel de Edith, la última sobreviviente de la familia Finch, quien regresa al ruinoso hogar de su infancia para redescubrir el destino final de cada uno de los miembros de su clan y la supuesta maldición que recae en ellos. Posiblemente te parezca que se trata de una premisa mórbida y hasta siniestra, pero créeme, está muy lejos de ser eso.
What Remains of Edith Finch es un viaje cargado de nostalgia, amor y esperanza. Literalmente te pone en los zapatos de cada miembro de la familia durante los últimos momentos de su vida, en segmentos jugables que te permiten conocer íntimamente a cada uno de ellos, junto con sus anhelos, sus miedos, sus relaciones intrafamiliares y, por supuesto, su destino final.
Se trata de una maravillosa e íntima historia multigeneracional que se va tejiendo con cada uno de los miembros de la familia Finch. Es un viaje cautivador que en un momento nos muestra la dramática desarticulación de una familia condenada a desaparecer, para segundos después recompensarnos con un gameplay tan onírico y desenfadado que no puedes evitar sonreír.
No es una sorpresa decir que solo me tomó una sesión para completar este juego de entre tres y cuatro horas de duración. Lo que sí me resultó sorprendente fue haber pasado tanto tiempo pegado al control, completamente abstraído en ese mundo digital. Como en los viejos tiempos.
Night in the Woods
What Remains of Edith Finch fue sin duda una experiencia mágica, pero terminarlo fue un poco triste, pues es como despedirte de uno de esos libros que no quieres que acaben. Podría decir que me dejó esa sensación de vacío que se tiene cuando terminas tu serie de televisión favorita y que solo puede ser llenado descubriendo una nueva con la que obsesionarte.
Afortunadamente para mí, muy poquito tiempo después pude ver que en la misma librería de Microsoft acababan de estrenar Night in the Woods, un juego que sí se encontraba en mi radar desde su estreno en 2017. Debo admitir que desde entonces me había intrigado su premisa de ser un videojuego introspectivo, cargado de humor y diálogos. Y también reconozco que tengo debilidad por esos dibujos de animalitos tiernos que adornaban su portada. Así que sin pensarlo dos veces me decidí a descubrir si este juego era todo lo que prometía. Y afortunadamente, puedo decir que fue aún más.
Night in the Woods te pone en el papel de Mae, una chica que acaba de abandonar la universidad y decide regresar a su pueblo natal, donde se reencuentra con sus padres y sus amigos del pasado. Durante la historia conocemos a un montón de personajes con los que tendremos todo tipo de conversaciones que van desde el típico small talk hasta lo más profundamente reflexivo, descubriendo por un lado la historia y presente del poblado de Possum Springs, y por otro los conflictos personales por los que atraviesa nuestra protagonista, quien se encuentra en esa edad de transición a la vida adulta pero que aún te permite aferrarte a la niñez.
Todo en Night in the Woods es fantástico, empezando por la hermosa animación y diseño de arte, sus diálogos inteligentes y una banda sonora perfecta para un ambiente cargado de emociones de magia y euforia, así como tristeza y melancolía. Más que una historia convencional, es una simulación realista (aunque aderezada con algunos pasajes oníricos) que pretende retratar esos momentos que son aparentemente comunes, como los de nuestras propias vidas, pero que si sabemos mirarlos bien, nos damos cuenta de que tienen una profunda belleza.
Un salto cuántico
Estas dos obras maestras me dieron una perspectiva nueva sobre los videojuegos, pues tenían un nivel de narrativa que prácticamente no había en los juegos de mi infancia. Ni siquiera podría decir que se trate de experiencias cinematográficas, pues se trata de experiencias distintas, más inmersivas y con menos restricciones.
Esto me ha hecho interesarme en conocer otros títulos con temáticas similares, como Gone Home o The Stanley Parable. Sin embargo, no puedo negar que son experiencias que se alejan de los fundamentos de los videojuegos, en particular por su gameplay que es como una tranquila caminata, pues prácticamente te llevan de la mano y no presentan reto alguno para el jugador. Pero también he descubierto que otros juegos con este tipo de historias profundas e innovadoras, además combinan sus tramas con mecánicas retadoras, como lo son Hollow Knight, The Binding of Isaac y Undertale. Y por lo que estoy descubriendo, parece que hay muchos más.
Ahora me doy cuenta de que el tiempo que he pasado alejado de los videojuegos me hizo pasar por alto ese pequeño gran salto evolutivo en cuanto al tipo de narrativa que son capaces de ofrecer hoy en día. Y aunque sé que nunca podré disfrutarlos como en mi infancia, mientras escribo esto no puedo evitar sentir un dejo de nostalgia por ese amor tan grato que alguna vez tuve por los videojuegos y que algunos como What Remains of Edith Finch y Night in the Woods me han permitido recordar.
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