Señora

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Foto de Sora Shimazaki en Pexels

A que también te han dicho señora

Ensimismada, con la mirada sujeta a los pensamientos y a las fantasías que se cuelan en esos torbellinos indescifrables de la mente. De edad desconocida pero con claros signos de haber traspasado la frontera de los treinta. Entre sus cabellos se rebelan algunas hebras delicadas y brillantes como la filigrana. Si sus miradas se cruzan, te regalará una sonrisa casi amorosa. Señora.

Aunque la Real Academia Española se empeña en describir este sustantivo como un “término de respeto y cortesía”, casi ninguna mujer a quien se dirijan con esta ignominiosa palabra se siente respetada ni mucho menos tratada con gentileza o dignidad.

dos chicas riendo

Una palabra no puede definirte. Foto de Bahaa A. Shawqi en Pexels

Son las jóvenes quienes perciben con más agravio la potencia de aquellas tres sílabas ponzoñosas. El cúmulo de reacciones generadas ocurre en un chispazo; primero la sorpresa, enseguida acude la indignación y como consecuencia, un odio fervoroso empaña el juicio de la agredida, quien al ser nombrada de tal forma se siente despojada de la belleza y fuerza de la juventud.

La persona ofensora no siempre actúa con malicia y ni siquiera parece notar el malestar que ha provocado con su imprudencia; a ésta se le perdona fácilmente, aunque no se salvará de la dosis de rencor que le corresponde. Por otro lado, aquellas almas que actúan con premeditación y entonan con vileza la palabra “señora” (sí, justo como lo leíste en tu mente) son seres infames que se jactan de su perversidad y astucia para cometer tal atropello sin recibir castigo alguno. Esas merecen toda nuestra condena.

Pero no todas las “señora” proferidas son motivo de tan agrios sentimientos. Veamos algunos ejemplos:

La señora de las garnachas es una mujer sin lugar a dudas respetada y querida por todos los miembros de su comunidad, a quienes ayuda a satisfacer los caprichos de la gula y también los convida de alegres conversaciones mientras sumerge la masa de maíz en un oasis burbujeante de aromas salivales.

puesto de garnachas

Ricas garnachitas.

Otro caso es el de la señora interesante. Aquí el mote realza la mente ágil de una mujer cuya personalidad es tan intrigante como atractiva. Como lo describe la letra de Cucky en el top top top de 31 minutos, esta fémina acumula conocimientos misceláneos que nutren a quienes la rodean, y en consecuencia, es imán de discípulos y aduladores.

Cucky 31 minutos

Cucky, la señora interesante. 31 Minutos.

Y por supuesto, no podía faltar nuestra señora madre, en dicho título no cabe ofensa alguna, al contrario, es muestra de nuestro más profundo cariño y reconocimiento. ¿A poco no, jefita?

Entonces, ¿en qué contextos se vuelve un perjurio la palabra “señora”? En el no tan jocoso “ya siéntese, señora” de tus amigas y amigos, por ejemplo. Frase vomitada para desmotivar cualquier actividad en la que la mujer se desempeña con alegría y pasión.

La señora petulante, por su parte, es un ser mezquino sin habilidad de liderazgo que construye su autoridad a través del miedo y el despotismo. Este espécimen humano es igualmente vulnerable a la palabra “señora” y aunque no lo reconozca, también es su kryptonita.

Seño” vendría a ser el eufemismo que las personas más cautas pronuncian para no herir susceptibilidades. Sin embargo, en ese tímido sustantivo asoma la amenaza del insulto y por tanto, del resquemor de la interlocutora, así que debe usarse con cuidado.

La loca de los gatos” es otra forma de llamar señora a las mujeres que además de tener uno o más felinos a su cuidado se les describe como personas mentalmente inestables sin más argumentos que un estereotipo caricaturesco de los años noventa.

Finalmente, una duda honesta, ¿por qué a las monjas no se les dice señoras? ¿Acaso no están casadas con el Señor? ¿No envejecen de la misma manera que todas las demás mujeres? Aun así, jamás se ha escuchado decir a alguien: ahí viene la señora monja o la señora Madre Superiora, ¿cierto? La razón de esta incongruencia es un misterio que no resolveremos en esta presurosa reflexión.

Y tú, ¿eres de las que se enfada si te dicen señora?

mujeres diversaas

Abracemos la dicha de ser mujeres sin importar cuál sea nuestra edad. ¡A vivir, señoras!

 

Por la señora Patricia Munguía Correa, ¡síguela en twitter o en Instagram!

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