El efecto Lucifer. ¿Quién o qué define la bondad y la maldad en los hombres?
El Efecto Lucifer
Al inicio de la película “Hitman” (Xavier Gens, 2007) el agente 47, interpretado por Timothy Olyphant, comienza un diálogo con el agente de la Interpol Mike Whittier, encarnado por el actor Dougray Scott, en el cual el asesino a sueldo le pregunta si se considera un hombre bueno, y naturalmente, responde afirmativamente. Acto seguido, el agente 47 le pregunta cuándo un hombre bueno decide que es correcto matar.
Cuestionar a profundidad las razones que llevan a un hombre considerado “bueno” a cometer actos que lo llevan a considerarlo “malo” es recurrente. El debate filosófico sobre si el hombre nace bueno por naturaleza y la sociedad lo corrompe, postulado por Jean Jacques Rousseau (1712-1778) y su hipótesis del buen salvaje se contrapone a Thomas Hobbes (1588-1679), quien aseguró que la maldad del hombre es su verdadera naturaleza, expuesto en su frase “el hombre es el lobo del hombre“.
En el área de la psicología existen análisis que buscan develar el misterio detrás del origen de la maldad. El psicólogo Philip Zimbardo, investigador especialista en el comportamiento humano publicó el libro “El Efecto Lucifer“, en el que explica cómo afectan a las personas los ambientes adversos, es decir, por qué personas consideradas buenas debido a su comportamiento apegado a las convenciones morales y el respeto a la ley, van en contra de sus principios cuando se encuentran inmersos en lugares donde impera la violencia y el escaso respeto a la ley.
Zimbardo fue conocido por su “Experimento de la Prisión de Stanford” llevado a cabo en 1971, recreando un ambiente carcelario de la forma más realista posible en la que colocó a 24 estudiantes universitarios voluntarios, de los cuales se elegían al azar quienes actuarían como carceleros y quienes como presos. Estos últimos pasaban las 24 horas del día en confinamiento, mientras que los carceleros tenían turnos de 8 horas.
En el segundo día los presos se amotinaron, en consecuencia, los custodios crearon medidas contra los presos considerados peligrosos, lo que desencadenó una serie de abusos, agresión, y de forma sorprendente, se observó que los carceleros desarrollaron un placer sádico debido al trato humillante que prodigaron a los convictos.
El estudio programado para llevarse a cabo en dos semanas se detuvo a los 6 días, debido a que varios reclusos comenzaron a colapsar, sin embargo, Zimbardo logró demostrar que el anonimato, el aburrimiento y la conformidad inducen cambios en el comportamiento, convirtiendo a estudiantes universitarios que hasta ese momento no habían dado muestras de patologías mentales graves en personas con tendencias sádicas.
Dos películas se han filmado sobre este acontecimiento, en 2010 “The Experiment”, del director Paul Scheuring. La otra es de 2015 “The Stanford Prison Experiment”, del director Kyle Patrick Alvarez.
En 2007, Zimbardo publica “El efecto Lucifer”, editado por Paidós, libro que sintetiza las ideas que ha desarrollado en su carrera. El libro toma su nombre del relato bíblico en el que Lucifer “El Que Brilla” o “Portador de Luz”, hijo espiritual del Padre Celestial dirigió la rebelión en la vida preterrenal, después de su derrota se convirtió en Satanás, el diablo.
El libro básicamente expone tres escenarios de comportamiento en caso de estar inmerso en alguna situación extrema: ser pasivo y no hacer nada, volverse malos, o llegar a ser héroes. El libro es también un manual de comportamiento para tomar decisiones que no nos deshumanicen ni nos orillen a la indiferencia, es decir, a tomar el camino del héroe.
El filósofo español José Antonio Marina también plasma en su obra la importancia de renunciar al “estado de naturaleza” y rehuir de aquellos individuos que nos arrastran a esa condición; nos llama a preferir siempre y por sobre todas las cosas el estado de civilización.
La decisión de optar por la maldad o la bonhomía está finalmente en cada uno de nosotros, en un resquicio del libre albedrio, y salvo condiciones específicas de padecimientos mentales, siempre deberíamos optar por las opciones que armonizan nuestra convivencia, ¿o no?
Por Samir Zapot
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