La piel que habito (2011). La inesperada aproximación de Almodóvar al cine de horror y ciencia ficción.
Pedro Almodóvar tiene una serie de temas y motivos recurrentes que hacen que su filmografía sea inconfundible, y el principal de ellos es retratar la sexualidad sin pudor ni reproche para reclamar su lugar prominente en todos los aspectos de la vida; pero como todo en la vida, existen dos caras de la moneda, y en La piel que habito se explora el lado más oscuro, precisamente, de la sexualidad.
En esta película estrenada en el año 2011 seguimos al Dr. Robert Ledgard, un genio de la ciencia médica que está dispuesto a realizar sus investigaciones sin importarle ninguna implicación ética o moral que estas puedan tener, y quien mantiene cautiva a una misteriosa mujer llamada Vera en la que práctica sus experimentos, y de quien poco a poco se va develando su verdadera identidad, en un misterio que involucra eventos trágicos en la vida familiar de Ledgard y la posterior caída en la locura de este personaje que es interpretado con brutal frialdad por un Antonio Banderas que, alejado de los formulismos hollywoodenses, nos muestra toda la gama de sus dotes actorales, que posteriormente alcanzarían su cumbre en Dolor y Gloria, la más reciente película de Almodóvar, por la que finalmente el intérprete español ganaría el Premio Goya para el mejor actor.
Robert Ledgard (Antonio Banderas) y Vera (Elena Anaya)
LA DUALIDAD ENTRE LO MASCULINO Y LO FEMENINO.
Definir el género de La piel que habito resulta complicado ya que se trata de un híbrido entre el drama y la ciencia ficción, con toques de horror corporal que la hacen extraña pero fascinante. Está divida en dos actos claramente distinguibles, el primero en el que conocemos a los personajes principales y los dramáticos sucesos de su pasado que se vuelven el combustible de la segunda parte que gira en torno a una intrigante dinámica psicológica entre Vera, Robert y su ama de llaves Marilia, y en donde se explora la naturaleza dual entre lo masculino y lo femenino, además de fenómenos como la pérdida de la identidad y el síndrome de Estocolmo. Sobra decir que la segunda parte de la película es espectacular, y aunque el trasfondo peca de estar un tanto sobrecargado, eso es un sello característico de los guiones de Almodóvar que no afecta en nada a esta obra que está filmada con una elegancia hipnótica que contrasta con los retorcidos sucesos que tienen lugar.
Además de Banderas, el elenco principal se completa con Elena Anaya, Marisa Paredes y Jan Cornet, quienes en conjunto forman un cast perfecto, en esta película en la que el tema de la carne se mete por debajo de la piel del espectador, llegando por momentos a extremos aterradores, en particular si eres un hombre prejuicioso y de frágil masculinidad.
A continuación seguimos haciendo un análisis temático de esta película pero con FULL SPOILERS, así que si no la has visto es mejor que brinques directo a la parte final de este artículo para ver la calificación que le otorgamos.
¡SECCIÓN CON SPOILERS!
Como ya mencionamos, Banderas se luce con una actuación sobria y cálculadora que lo convierte en el verdadero monstruo de esta película de terror, pero que es a la vez es un ser empático debido a su trágico pasado que nos recuerda al de esos clásicos científicos locos del sci-fi como Víctor Frankenstein e incluso el oscuro enemigo de Batman, Mr. Freze. El otro punto fuerte de La piel que habito es la transformación que sufre Vicente, que es la perfecta ejecución de ese hipotético castigo que consiste en poner al victimario literalmente en la posición de la víctima.
Sin embargo, resulta inevitable sentir en un momento de la película que el castigo es intencionalmente excesivo y sádico, sobretodo cuando se toman en cuenta ciertos detalles como el hecho de que la violación que detona todo parece no haber sucedido, y que en realidad el crimen de Vicente es casi un accidente en el que se involucra el consumo de drogas y el desconocimiento del trauma previo que tenía Norma. Poco a poco se refuerza en la trama el hecho de que Vicente no es una persona maligna sino simplemente un joven tonto y egocéntrico que comete un terrible error de juicio. Esto vuelve más complejo para el espectador poder hacerse un opinión clara sobre los hechos que tienen lugar, al grado de darnos cuenta de que al final Vicente es él auténtico protagonista de la película y su lucha por la sobrevivencia de su identidad es el conflicto principal de la historia, que llega a un final tan simple como perfecto cuando termina parado frente a su madre después de cruzar el infierno.
Pedro Almodóvar dirigiendo a Jan Cornet
Nuevamente, como ya mencionamos, esa transfiguración de género y sus implicaciones son el punto fuerte de la película, lo cual es explorando en una segunda parte que lamentablemente tarda en llegar, ya que la primera parte se extiende de más y la backstory se enreda demasiado entre la muerte de la esposa, la violación y la muerte de la hija, la maternidad secreta de Marilia y el conflicto fraternal de Robert con Zeca, un personaje que sirve únicamente como plot device y que me parece está de sobra, pudiendo avanzar la trama únicamente con el drama familiar de Robert, lo que habría hecho posible ver más de la dinámica entre Vicente, Marilia y Robert, así como las implicaciones psicológicas del cambio de género y la idea de verse forzado a vivir con un cuerpo ajeno. Sin embargo, evidentemente todo esto es pecata minuta y la única forma de definir a esta película es como una genialidad.
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