La Colina de las Amapolas. Goro Miyasaki y el ímpetu de la juventud.
Esta es otra película de animación japonesa de Studio Ghibli, dirigida por Goro Miyazaki, el hijo del famoso Hayao Miyazaki. Basada en el manga Desde el Monte de Amapolas de Tetsurō Sayama y Chizuru Takahashi, se estrenó en el 2011 y se trata de una extraordinaria obra visual que merece la pena veas al menos una ocasión en tu vida.
Padre e hijo. Hayao y Goro Miyasaki
La historia no es de lo más complicada ni es tan fantasiosa como estamos acostumbrados a ver en otras obras de Ghibli. Se desarrolla en el Japón de 1963, cuando una joven estudiante llamada Umi Matsuzaki se encarga de cuidar una pensión donde vive, situada en lo alto de una colina repleta de amapolas, con vistas al mar. Conocemos a diferentes personajes que se van quedando en esta pensión y que Umi tiene que atender mientras cuida de sus hermanos y al mismo tiempo se encarga de sus actividades escolares. Un día conoce a Shun Kazama, un chico que es parte del club de periodismo, y entre ambos surge una gran amistad y una historia de amor dotada de una hermosura natural, que sin embargo se verá enturbiada por antiguos secretos del pasado.
Por otra parte, vemos una revuelta del cuerpo estudiantil que se posiciona contra el poder establecido para hacer prevalecer su memoria, mientras relatan sus anécdotas y la importancia de no dejar atrás lo vivido, como en este caso fueron las guerras que ha sufrido Japón, en especial con Corea. También hacen hincapié a su deseo en mantener la democracia y sus aficiones como los clubs de literatura, periodismo, filosofía, matemáticas, química entre otros, que quieren mantener a salvo, lo que nos hace ver el entusiasmo de los estudiantes y esa ilusión de no dejar que se pierda su edificio histórico.
La película tiene hermosas imágenes de acuarela que te llevan a ese Japón antiguo, con sus paisajes y arquitecturas. Es una película que nos lleva a la nostalgia, así como a tener esperanza en el futuro y recordar a las victimas olvidadas en los conflictos. La forma que Umi levanta las banderas y el simbolismo que le da es impresionante.
"Que tengas un viaje placentero”
La música es otro gran efecto que te lleva junto con la película, con una banda sonora afrancesada que pasa de un jazz ligero y jovial en las escenas más distendidas, a un piano melancólico en las más sentidas, y tiene un toque bohemio en la ambientación que le sienta fenomenal a la historia.
La película nos deja este mensaje muy importante que se refiere a las jóvenes generaciones que no quieren dejar el pasado atrás, que necesitan buscar en él para entender sus orígenes y poder, entonces sí, mirar hacia el futuro. Un futuro esperanzador, prometedor y también lleno de luchas.
Por Thaliadlch, trotamundos…
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