El halloween mexicano. El brutal origen de la celebración de la muerte

Publicado por Vorágine en noviembre 5, 2018noviembre 5, 2018

Hemos llegado a la época del año en que, como buenos mexicanos, celebramos todo lo que nos han puesto e impuesto. Una de esas épocas en la cual, por lo menos yo, tengo el placer culposo de disfrazarme, salir con mis amigos, hermanas y familiares a disfrutar del relajito de las calles, así como de la creatividad de los vivos para parecer muertos, medio muertos, calabazas, súper héroes, animales, conejitas, pepenadores de dulces y en general de todo aquello que ni el más loco guión de película puede crear… Esto sin la menor reflexión, prejuicio o culpa de ¿qué significa? o ¿porqué se hace?… Por lo que es sumamente entretenido participar en el Halloween mexicano.

Estos humanos y sus jalogüins…

Esta celebración se remonta a varios siglos antes de Cristo, a la brutal fiesta celta en honor a Samhain (Dios de la muerte), que duraba 3 días y conmemoraba el cambio de estación de verano a invierno (el otoño aún no era considerado); se encendían grandes fogatas, mientras se ejecutaban sacrificios humanos de niños y doncellas vírgenes. Se consideraba la mejor época para la brujería, la adivinación y todas las artes oscuras. Los celtas se ponían máscaras para ahuyentar a los malos espíritus; además cantaban y bailaban alrededor de las fogatas.

¡Se puso buenísima la fiesta!

Los druidas (sacerdotes celtas) afirmaban que “el 31 de octubre, el velo existente entre el presente, el pasado y el futuro caía”[1], por lo que los fallecidos eran convocados al mundo de los vivos para ser juzgados. Si habían cumplido con sus deberes, tenían el permiso de visitar a sus familiares en forma humana, antes de regresar al limbo; si no habían cumplido, al caer el ocaso reencarnaban en animales.

Esta festividad fue prohibida por Roma, entre los años 55 a 44 antes de nuestra era, cuando Julio Cesar conquista las islas de Bretania a nombre del emperador Claudio y se enfrenta a este pueblo rebelde y guerrero, que se reconoce como hijo del Dios de la Muerte.

Con las guerras, conquistas, migraciones y mezcla de festividades, esta celebración ha traspasado el tiempo y el territorio para fundirse con otras culturas; ejemplos de ello son el festival de Pomona, en honor a la diosa romana de las manzanas y el otoño, y la fiesta de los Mártires Cristianos, implementada por el Papa Bonifacio IV, para convertirla en la celebración de todos los santos.

No puede faltar la tradicional quema de brujas

Finalmente, con la migración de los irlandeses al norte de nuestro continente y a las 13 colonias que formaron Estados Unidos, llegó esta celebración para América. Y de este último país se empaquetó el “Hallowen” para México[2], que se incrustó con el día de muertos heredado de las culturas prehispánicas (misma celebración que con la conquista se cristianizó y ya se había transformado).

Por lo que, los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre celebraremos en armonía al dios celta abriendo el portal de más allá (junto con la difusión de ritos oscuros), a todos los santos y a nuestros muertos. Esto entre comida, disfraces, dulces, algarabía y velas con los que aún nos encontramos en el más acá. Dando el banderazo de salida a las convivencias de cierre de año y unos cuantos sincretismos.

¡Dulce o truco!

R.G.O. Jupiter. Mi México más mágico cada noche.

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[1] https://www.sinembargo.mx/01-11-2015/1537301

[2] https://www.abc.es/historia/abci-origen-halloween-halloween-brutal-fiesta-sacrificios-humanos-y-brujeria-prohibida-roma-201610310053_noticia.html