Frida Kahlo. La dualidad del arte y el dolor.

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Una vez que se conoce la vida y obra de Frida Kahlo es imposible no quedar cautivado por ella, tanto por su legado artístico como por su conmovedora vida, y sin dejar de lado una personalidad tan poderosa que la convirtió por méritos propios en icono internacional de la cultura mexicana. Porque si de algo es sinónimo Frida, es de México.

“Pensaron que yo era surrealista, pero no lo fui. Nunca pinté mis sueños, sólo pinté mi propia realidad.”

Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos (1932)

Al igual que en su pintura Las dos Fridas, nos encontramos ante una persona cuya vida fue definida por la dualidad, aparentemente contradictoria en ocasiones, pero que en Frida encontraba una perfecta armonía. Se puede decir con certeza que la tragedia la acompañó siempre, desde la poliomielitis que sufrió de niña, hasta el terrible accidente vehicular que dañó su columna vertebral y le impidió tener hijos. Frida vivió con un cuerpo frágil que ella llamaba traicionero y que contrasta con su personalidad intensa y autentica, que no temía expresar lo que pensaba y sentía. Pero esa misma fuerte personalidad no se contraponía con el amor que prodigó en vida a sus seres queridos, como sus padres y sus hermanas y particularmente a Diego Rivera, su esposo y mejor amigo, a quien se entregó en cuerpo y alma, a pesar de tener que sufrir de sus constantes infidelidades. No se puede hablar de Frida sin mencionar a Diego.

Las dos Fridas (1939)

Y hablando de dualidades, una de las cualidades más notorias de Frida Kahlo era su capacidad de ser masculina, que incluía travestirse y tener gestos románticos hacia otras mujeres, sin que esto menoscabara de manera alguna su feminidad, representada por sus famosos vestidos de tehuana; por eso no resulta sorprendente que los movimientos feministas alrededor del mundo hayan tomado su figura como un símbolo de su lucha, la cual sigue encontrando una férrea oposición por muchos sectores de nuestra sociedad “moderna”.

Soy un pobre venadito (1946)

En vida, Frida gozó de éxito y respeto como artista, saliendo incluso de la sombra de Diego Rivera, pero no sería sino hasta un par de décadas después de su muerte, que el mundo entero la reconocería como uno de los más grandes artistas del siglo, desatando una auténtica “Fridamanía”, pues es fácil asegurar que se le conoce en todos los rincones del planeta y sus obras son algunas de las más cotizadas que existen y se exhiben en los museos más importantes. No es casualidad que Frida Kahlo cautivara a grandes pensadores y artistas como Leon Trostky, André Breton, Pablo Picasso y Chabela Vargas. Sin duda, Frida es una figura consumada que hoy en día sigue influenciado a artistas de talla internacional en el ámbito del cine, la música, las bellas artes y la moda, por lo que resulta paradójico y francamente incomprensible que genere cierta aversión en algunas personas de su propio y querido México, al que tan dignamente representó.

“Pies para qué los quiero si tengo alas para volar.”

Una mexicana que le pertenece al mundo.

La columna rota plasma con brutal honestidad una vida de dolor constante y asediada por tragedias que la llevaron a la tumba prematura, cuando contaba con tan solo 47 años de edad, sin embargo, Frida Kahlo vivió al máximo y nos regaló un apasionante legado artístico, que algunos llamaron surrealista, lo cual siempre fue negado por ella, pues sus obras no provenían de los sueños, sino de su corazón.

La Columna Rota (1944)

“Espero alegre la salida y espero no volver jamás.”

Por Javier LR, un extraño al que puedes encontrar en Twitter e Instagram.

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