“La hora de la estrella” de Clarice Lispector. La nulidad de una vida

Publicado por Vorágine en

Macabea, la antiheroína de la literatura

¿Qué es lo que da valor a una vida? La sola existencia de las personas les otorga un lugar en el mundo, sin embargo, este relato plantea la idea de que algunas vidas carecen de ímpetu y como consecuencia su esencia se torna etérea, insípida, casi invisible.

…"hay quien carece de eso tan delicado que es lo esencial."

Todas las vidas son valiosas pero no trascendentes, nos dice Clarice Lispector en esta historia cuyo narrador es Rodrigo S. M., un escritor que en un principio adopta una actitud soberbia para narrar la vida de Macabea, “la norestina”, una mujer frágil e insulsa que transita sin propósito alguno por un Brasil indiferente y gris, aunque eso no le impide disfrutar de pequeños placeres como escuchar la radio, beber café o enamorarse.

Conforme avanza el relato, el escritor otorga nuevas cualidades a Macabea, quien ignorante de su contexto y de su miseria, no siente infelicidad y pocas veces logra percibirse a sí misma como un ser pensante. Entonces, la aspereza del escritor se transforma en conmiseración e inevitablemente consigue que los lectores también se conmuevan con las desventuras de la protagonista.

“…es mi propio dolor, yo que sobrellevo el mundo y la falta de felicidad.”

La trama

Macabea trabaja como mecanógrafa y frecuentemente no alcanza a comprender las palabras que transcribe, mas atesora algunas, quizá por su sonido o el misterio que despierta en ella escucharlas. Vive con tres mujeres en un cuartucho del nordeste de Brasil y como ya hemos mencionado, carece de ambiciones y pasión por la vida.

...“ella era incompetente. Incompetente para la vida.”

Un buen día la aborda Olímpico de Jesús, otro norestino marginado con aspiraciones de grandeza y una vileza a flor de piel. Macabea se enamora por primera vez, pero el hombre pronto pierde interés en la escuálida joven y da fin su breve noviazgo para seducir a Gloria, una compañera de trabajo de Macabea, quien, en oposición a ella, es una mujer exuberante y la única persona que observa a la norestina con un hilo de compasión.

“Quién no se ha preguntado: ¿soy un monstruo o esto es ser una persona?”

El triángulo amoroso pronto se disuelve porque Macabea no entiende de sufrimientos aunque los padezca todo el tiempo. Gloria, que siente un poco de remordimiento por haberse quedado con Olímpico, la única alegría de Macabea, le sugiere a la muchacha visitar a una adivina para que le lea las cartas. La protagonista acepta y acude al lugar sin saber muy bien el objetivo de la visita; los presagios son favorables y tan increíbles como la ingenuidad de Macabea, quien por primera vez en su vida experimenta esperanza.

El giro del final es irónico pero acorde con el pesimismo general de la obra, y con ello la crudeza del narrador remonta una vez más.

Clarice Lispector

Un aspecto interesante sobre la construcción del relato es la intervención esporádica del escritor ficticio para informar al lector sobre sus propios pesares y la razón del por qué escribe y cómo vive este proceso. Este rasgo es uno de los elementos fundamentales de la obra de Clarice Lispector y según la crítica especializada, una de sus formas predilectas de experimentación.

La hora de la estrella se publicó en su idioma original en el año de 1977 y se tradujo al español en 1989.

 

Por Patricia Munguía Correa, ¡síguela en twitter!

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