El cuento de la criada. Margaret Atwood

El futuro soñado del patriarcado
Publicado en 1985, “El cuento de la criada”, de Margaret Atwood, nos invita a sumergirnos en una distopía compuesta por horrores y desafíos que, si bien, han sido exacerbados en la historia, no son desconocidos para la humanidad, así lo refiere la propia autora en el prólogo para resaltar que su intención fue construir un futuro que mostrara peligros y miedos cercanos.
A 40 años de su creación, el relato de la novelista canadiense preserva su actualidad en una coyuntura en la que los derechos de las mujeres comienzan a menguar ante el resurgimiento de gobiernos de orden fascista.
En esta obra, la también poetisa y crítica literaria reflexiona sobre la pérdida de libertad ideológica, económica, política, sexual, reproductiva, religiosa y de tránsito, así como acerca de las consecuencias de dichas carencias para quienes habiten tan aciaga realidad.
¿De qué va?
En un universo donde la natalidad ha disminuido de manera considerable debido a inexplicables problemas de fertilidad, la República de Gilead instaura una dictadura basada en valores bíblicos, en la que cada persona desempeña una función social dirigida, principalmente, a aumentar la densidad de población.
Bajo una estructura patriarcal, el papel de las mujeres se reduce al ámbito doméstico y al de la explotación sexual, por lo que los roles se dividen en categorías definidas por clases sociales.
La jerarquía más alta corresponde a las llamadas Esposas, mujeres incapaces de concebir, cuya labor principal es administrar los recursos del hogar; le siguen las Tías, quienes adoctrinan y supervisan a las criadas; las Martas tienen la responsabilidad de cocinar y atender a los dueños de la vivienda.
Por su parte, las criadas son mujeres fértiles que son asignadas a los comandantes con el único propósito de procrear con ellos, si no lo consiguen son sentenciadas a muerte. Y en el último peldaño se encuentran las Jezebels, prostitutas al servicio de la élite dominante.
Offred, la protagonista, cuyo verdadero nombre nunca es revelado, narra, a través de unos casetes, sus días como “criada” en la casa del comandante Fred Waterford, con quien está obligada a intimar una vez al mes, por los motivos ya mencionados.
La trama se complica al no conseguir el embarazo deseado, por lo que Offred se verá obligada a tomar otras medidas que pondrán en riesgo su vida, ya de por sí amenazada.
Mientras relata sus experiencias como esclava del régimen, intercala memorias de su vida antes de ser secuestrada, un pasado que le parece cada vez más lejano hasta que Serena Joy, la esposa del comandante Waterford, le permite ver una fotografía de su hija, entonces, el destino de Offred dará otro giro inesperado.
Lo más destacable
En mi opinión, el estilo narrativo del libro es uno de los elementos más interesantes, debido a que solo tenemos la perspectiva del personaje principal, herramienta que la autora utiliza para limitar el flujo de información, tanto de la protagonista, como de quienes acceden a su historia, dentro y fuera de la diégesis.
Asimismo, le permite construir ese final “inacabado” que ha llegado a frustrar a muchas personas, pero que a mi parecer, le confiere un amplio abanico de posibilidades a la historia, y al mismo tiempo, incorpora al lector en una dimensión de participación activa, en la que se le exige imaginar y reflexionar sobre el desenlace no contado.
Aunque tenemos en nuestras manos un libro, la protagonista nos advierte que se trata de grabaciones de voz, otro elemento indescifrable que nos convida a especular sobre las intenciones de Offred al registrar su testimonio.
La secuela
Tuvieron que pasar 34 años para que Margaret Atwood escribiera “Los testamentos” (2019), una secuela ambientada tres lustros después de los sucesos descritos por Offred en la que, al parecer (aún no la leemos), se develan los misterios de Gilead.
Como en cada comentario sobre las lecturas hechas, les invitamos a que nos compartan sus impresiones, opiniones y reflexiones. ¡Hasta la próxima!
Por Patricia Munguía Correa, ¡síguela en twitter o en Instagram!
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